Jaime Schneider (1940-2010)





 
 

Es increible como pasa el tiempo y es que en verdad aún me cuesta creer que once años atras estaba en primer año de teatro en el extinto instituto profesioanal de las comunicaciones Procom. Por aquellos días teniamos poquitos ramos: los lunes, miercoles y viernes me tocaba actuación con la profesora Ingrid Leyton (que ahora tiene un pub en Cumming con Moneda), los martes tenía historía del arte con un profesor Frances con un nombre medio raro pero del cual estaban todas las chiquillas enamoradas, los miercoles me tocaba apreción del arte con una mina también Francesa que apagaba la luz pa poner sus power y no se le entendia nada, salvo cuando echaba puteadas al prender la luz de la sala y estabamos todos durmiendo o escuchando musica, los viernes nos tocaba maquillaje a las 8 de la noche con un señor apellido Benavente y los martes y jueves nos tocaba movimiento que en esa escuela se llamaba Expresión Corporal, mi profesor era don Jaime Shneider.


Jaime era como de otra epoca, llegaba a clases siempre a la hora, se ponia su buzo negro, sus sandalias de balet y sus polainas que en cada clase eran de un color distinto, después colocaba su música del año de la guarifaifa (siempre en cassette por que lo había pillado la tesnologia) y empezaba a hacer la clase ayudado con una varilla de bambu que le servia para marcar el ritmo y meter miedo (siempre amanezaba con pegar varillazos o cuando no resultaba algo hacía como que la iba a romper). Sus training siempre eran pezados y muy largos, a veces teníamos clases enteras, por semanas, en que solo haciamos training y de repente llegaba una clase en que pasaba materia y como la cosa era la pantomima los ejercicios apuntaban a acciones físicas simulando objetos, o desplazamiento con motores en varias velocidades o simplemente jugar a las estatuas. Lo tuve como profesor todo el primer año y pelee harto con él, recuerdo una vez que abandone un ejercicio a mitad de una muestra y emputesido me saco del galpon y me estuvo retando media hora o cuando a mitad de la clase debaja a cargo a su ayudante (el Polo) y salía del galpón a fumarse un cigarro y después volvia como si nada o cuando un compañero lo imitaba haciendo alusión a sus ejercicio de elongación diciendo "Ya niños, ahora metanse una rodilla en el poto y un codo en la boca". Como olvidar cuando reprobe el segundo semestre y en la crítica me dijo que yo no servia para ser actor que mejor buscara la forma de servir al teatro desde otro lugar.


Jaime pertenecio a una generación del teatro chileno olvidada en el silencio de la pantomima, en los años 60 trabajo con Noisvander donde aprendio el oficio de "mimo" que después trajo a Chile, aquí fuimos muchos lo que lo tuvimos como profesor pero muy pocos los que decidieron seguir sus pasos, a sus 70 años podía moverse mejor que cualquier actor de 20 lo que siempre generaba admiración entre sus alumnos que poco animo tuvimos de aprender de él un oficio que hoy esta casi en el olvido.


El teatro Chileno ha perdido a un gran actor, mimo y por sobre todo a un admirable ser humano que lucho toda su vida por salir adelante en este complicado oficio que rara vez nos da alegrias, estoy seguro que su recuerdo jamás se borrara de la mente de quienes lo conocieron y sintieron admiración por su trabajo y yo personalmente jamás olvidare al hombre que me enseño una de las lecciones más importante que he recibido en mi vida y es que a pesar de todo, lo más importante es que aún no me doy por vencido.


Buena suerte en tu viaje Jaime...

3 comentarios:

eduardoarriagada10 dijo...

No olvidar lo que había que luchar para ganarse un poroto...que al final del semestre harto que servían...grande Don Jaime...Grande el maestro Shneider!!!!!

JO dijo...

Lo recuerdo tantoooo, con tanto cariño y aun más admiración.

Carlos Otero dijo...

Conocí a Jaime Schneider y a su entonces esposa, Silvia Santelices hace años (muchos) en Venezuela, cuando se tuvieron que quedar allí después del golpe de Estado. Luego trajeron a su hija Valeria. Vivían en la azotea del Ateneo de Caracas. De la nada, con gente que no tenía ni idea, montaron una hermosísima versión de la Cantata de Santa María de Iquique en pantomima. No tenía ni idea de que Jaime hubiera muerto. Era un genio de la pantomima: recordaré siempre su número El Árbol, donde Enrique Noisvander hacía de leñador.

 
EL EXTRAÑO MUNDO DE BARRET 2011
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